Basta con pasar unos segundo en el feed de Instagram para descubrir más y más compañías cosméticas que venden productos libres de químicos, “green”, orgánicos, naturales, hipoalergénicos, etc. Sí, se escucha muy bonito decir que una crema es “natural” u “orgánica” pero en realidad eso no quiere decir nada.
Cuando un producto cosmético presume ser “libre de químicos”, o dice utilizar ingredientes “naturales” de la tierra y no ingredientes inferiores de un laboratorio, ese producto está cayendo en el término greenwashing.
Vamos a darle un tratamiento de greenwashing a la crema Nivea: Es muy fácil agarrar la crema, ponerlo en un envase blanco con hojitas verdes, en una caja de papel Kraft y agregar unas gotas de extracto botánico de Neem. Ahora mi envase va a decir: “Belleza verde. Nueva crema natural Nivea con extracto botánico de Neem natural”. Ahora sí puedo vender mi producto al doble de precio.
No hay tal cosa como un cosmético natural así como no puedes sembrar una semilla de la que crezca crema de ojos. Todos los cosméticos tienen que ser procesados para llegar a su presentación final.
Estamos rodeados de términos subjetivos y no regulados:
Natural: La definición de natural es la que la marca tenga del concepto. Para algunas compañías si el origen del ingrediente es natural entonces su producto también puede serlo. La cocamidopropyl hydroxysultaina viene del coco, el gluconato de sodio viene del maíz, el sarcosinato lauroyl de sodio viene de la palma, el sorbitol viene del maíz, etc. Estos productos no tienen nada de natural. La única forma de producirlos es modificándolos en un laboratorio.
Orgánico: Existe una regulación de productos orgánicos en cuanto a alimentos, pero en los cosméticos no existe una definición legal del término en Estados Unidos o México.
Libre de químicos: Toda la materia está creada por elementos químicos. El vinagre es Ácido Acético, la sal es Cloruro de Sodio, el jugo de limón es en su mayoría Ácido Cítrico y hasta el agua es Hidróxido de Hidrógeno. Esta afirmación es, de plano, mentira.
El problema de estas afirmaciones es que las marcas quieren que creamos que su producto es superior, o hasta más seguro que los demás. Pero en realidad, no es así.